23 diciembre 2010

Frailes por cocineros

No podemos librarnos ni de la filosofía ni de la cocina. Difícil separar las cosas del espíritu de los trasiegos de la carne.
¿Quién no ha encontrado alguna vez dentro de sí al mejor creador de fábulas filosóficas, o al más delicado comensal capaz de obsequiarnos con el más inesperado plato? Nada más cercano del ideal socrático del saber –todo lo que debes conocer está dentro de ti-, que adobado en los exclusivos fogones de las iglesias y de los acogedores fuegos de los conventos dio lugar, andando el tiempo, a esa especie del cura-maestro, ejemplo de dogma y disciplina, que no tardó en convertirse en la no menos catártica del maestro-cura, cuando el dogma se secularizó, para acabar dando en la extravagante del maestro-psicólogo que nos imponen las más recientes leyes de educación. ¿Será por esta fantástica historia que los funcionarios de la filosofía han colgado los hábitos de la docencia para dedicarse a la más próspera de los recetarios de cocina? Bienvenidos al siglo.

20 diciembre 2010

En estado de buena esperanza


Tengo un amigo que dice estar en estado de buena esperanza. ¡No os alarméis!

19 diciembre 2010

¿Qué podemos aprender de nuestros antepasados? (1)


La civilización expresa la lucha de los humanos por la apropiación del sentido de la palabra y de la acción.

16 diciembre 2010

¿Dónde estás Draper?


Te necesito. Necesito tu capacidad de inmolarte, aunque sea a la vista de los más tentadores paraísos, sin que un músculo de tu cara lo exprese. 

14 diciembre 2010

Sólo para adultos

¿No os da la impresión de que nos habita un temor apenas sensible, apenas consciente, pero morboso: el miedo al fracaso?

12 diciembre 2010

Cuantos pensamientos caben en 12 horas


9:00
Mi amigo RP, arquitecto de la palabra y de la obra, de fina penetración psicológica, irascible sólo cuando la desvergüenza o las deudas no satisfechas alcanzan la zona roja del sismógrafo de las emociones, tiene una teoría precisa de la escritura: “escribe quien tiene ganas”. Castiza, esta teoría de las ganas. Impenetrable como la exposición a la muerte en un ruedo o como cantarle las cuarenta a un jefe faltón. ¡Qué tiempos estos que asimilan una buena faena a la cola del paro!
12:00
La distancia distorsiona las cosas. Mi amigo RG me invita a salir de Occidente para comprender que los problemas no son más que “nuestros problemas”; esto es, problemas de ricos venidos a menos. No sé si hay algún sitio no contaminado por Occidente. Nos imitan en la organización opulenta de los eventos y en las maneras de dar muerte masiva. Si la televisión no magnifica lo real hasta hacerlo no existir (La guerra de Irak “no existió” dijo cuando todavía pudo Baudrillard), Katar es sólo un espejismo del desierto que quiere emular a la “gran manzana” y a las arenas californianas.

08 diciembre 2010

Claude Lefort (1924-2010) In memoriam


Es difícil despedirse de quien te ha enseñado a no cerrar los ojos ante lo real, con quien has aprendido a distinguir lo simple de lo complejo en la vida del pensamiento, de aquel que te ha mostrado la parte más recóndita, quizá inasible de todo pensar, de aquel que te ha enseñado a no ceder a los cantos de sirena del poder, que prometen la felicidad y la paz, de aquel, en fin, de quien durante estos últimos veinte años me he considerado uno de sus discípulos.

Marnie, devoradora de almas



Los puentes festivos dan para mucho. Estoy convencido de que pese a las estrecheces económicas cada cual ha ensayado algo que no se asemeje al monótono transcurrir de los días laborales. Yo he elegido una novedad de poco coste monetario y elevado valor espiritual: refrescar mi memoria filmográfica buscando películas que me devolvieran el gusto por el cine. Últimamente la acción desmedida parece haber ganado el terreno al cuidado guión en el que una palabra o una frase bien puestas y dichas se atrevan a retar al poder de la imagen. Echo de menos las películas que me descubran personalidades complejas, que no queden recluidas en el formato que les impone el metraje. Mi elección no fue difícil. Esta vez me ayudó la realidad: esa inesperada combinación de belleza y mal, de tristeza y frivolidad, de inmadurez y prudencia, de autodestrucción y amor de lo convencional que te asalta un día cualquiera de tu vida. Y, como si de un acto inconsciente se hubiera tratado, me descubrí en las manos la irrepetible Marnie de Hitchcock, esa devoradora de hombres por el desafecto de una madre y el odio a aquellos que le robaron su infancia. La catarsis de Marnie nos ayuda en la ficción a encontrar un final a su antropofagia. ¿Podrá esta vez superar la ficción a la realidad?