La complicación
Filosofía y otras historias
16 febrero 2011
Sin noticias del conejo
Hasta el
conejo ha desaparecido entre los papeles de unos y las entretelas de otros. No
sé qué candoroso animal van a sacarse ahora de las chisteras los “responsables”
de la política andaluza para seguir ofuscando a ciudadanos que luchan a diario
para salir adelante en medio de una crisis que, en razón de su conservación del
poder, le ocultaron con mentiras que ahora se cobran sus intereses. Es difícil,
muy difícil, entender con otra lógica que la del desprecio de los necesitados
de nuestra solidaridad el hecho, probado ya ante la opinión pública, de que una
parte nada insignificante del dinero destinado a “liquidar” empresas públicas
andaluzas en razón de su “escasa rentabilidad” sirviera para untar a correligionarios
y familiares cercanos al partido del gobierno, en forma de prejubilaciones o
indemnizaciones de desempleo, cuando no desempeñaron cargo alguno en tales
empresas. Los que hicieron la crítica “progresista” de la privatización de lo público entendieron rápidamente que lo más progre
era llenarse los bolsillos a costa de sus compatriotas. Lo más avanzado, ¡que cada
cual tuviera su concepto de la decencia!
La prestidigitación no les vale ya. Ya no pueden distraer a unos ciudadanos que
han tenido que crecer entre mentiras, sin perder de vista el objetivo: luchar, cada
cual desde su sitio, para que la desvergüenza no sea la actitud corriente en la
manera de gobernar.
06 febrero 2011
Ingravidez
Hace
unos días que no os escribo. Me sobrecoge hablar sobre un tema que, sugerido en
una película, la última de Clint Eastwood, siento como aquello hacia lo que de
manera inevitable camino y que trato de conjurar del modo más infantil: no
pensando en ello. Este es el recurso que la todopoderosa sociedad ultramoderna deja
a aquellos a los que no se nos ha concedido la fe. Nada en la educación
recibida que nos prepare, si quiera que nos haga conscientes, de nuestra
finitud. Nadie quiere oír hablar de ella. Ni siquiera los textos de la educación
secundaria la tratan de frente. ¿Por qué ensombrecerles el día a nuestros púberes?
Sigamos deshistorizando sus “frágiles” vidas permitiéndoles pensar que todo lo
pueden con solo desearlo. Vivimos como si la muerte hubiera desaparecido de
nuestro paisaje social y mental. Sólo las catástrofes de menor o mayor magnitud
ponen a prueba el esquema de inconsciencia con
el que pretendemos vivir; nos hacen descubrir nuestra miseria –todavía
no se ha hecho prácticamente nada en Haití-, pero también la soledad a la que
nos abandonan, terreno propicio de toda suerte de negocios que prometen el
reencuentro. Si como Eastwood sugiere, y yo comparto, la muerte es la entrada
en la ingravidez de las sombras, también como él creo que la maldición de estar
entre ellas puede ser conjurada por el amor, ese “ciego” sentimiento que a través
de la memoria nos ata a la tierra y a la vida.
Etiquetas:
amor,
Conciencia,
Educación.,
historia,
Muerte,
Parapsicologia,
religión,
Vida
23 enero 2011
12000
Es
el precio diario en euros que nuestros representantes territoriales han puesto
a la posibilidad de entenderse con sus colegas de aquellas comunidades autónomas
en las que el castellano es lengua cooficial. Es curioso que el 00 signifique
en el argot lotero la muerte. Curiosa coincidencia no exenta de valor poético. La
representación democrática agoniza de sentido común –lo que como mínimo se le exige
a un representante del pueblo-, para crecer en sentido oligárquico, sentido de
casta de aquellos que se creen diferentes porque hace tiempo consideraron lo público
su negocio privado. Hace poco ya nos daban otro aviso más vergonzoso si cabe: ellos defendían, porque eran distintos, poder jubilarse a los sesenta
y cinco, al tiempo que pretendían persuadirnos de que en virtud del interés público
y del futuro de la organización de la solidaridad, el resto de los currantes
nos jubilemos a los sesenta y siete. La desvergüenza no tiene ya tapujos. No se
trata de delito, no. No se apropian indebidamente de nada material, pero sí pretenden
capitalizar el sentido de lo público con su interpretación oligárquica de los derechos
sociales. Me preocupa, como a muchos, que ocurra aquí y ahora. Pero me preocupa
más entender cómo hemos llegado hasta aquí. ¿Cómo en tan sólo treinta y cinco años
hemos perdido el espíritu de nuestra transición: aquel que presidió la lucha contra
la peor oligarquía de nuestra historia reciente? ¿Cómo hemos perdido ese olfato
para detectar el interés privado detrás del discurso del interés público? ¿Será
porque hemos confiado a otros lo que debemos cuidar por nosotros mismos: el valor
de nuestro trabajo y el sentido de nuestro destino?
Etiquetas:
democracia,
historia,
oligarquía,
política,
solidaridad
14 enero 2011
Cine y resistencia
No
recuerdo haberme emocionado tanto con una película. Quizá la edad me hace de
lágrima fácil. Me consuela que la gente de mi alrededor me dejara esa noche sin
pañuelos. Y es que el cine tiene el poder de desarmarte por muy pertrechado que
vayas de defensas. Es uno de los más potentes catalizadores de las emociones.
No deja nada en su sitio. Es tan adictivo como la lectura. Se te pegan las
lentejas, se te hierve el café, te abandona tu pareja, pero tú sigues leyendo,
o desapareciendo para perderte en la cartelera.
También la lluvia de Icíar Bollaín me tiene aun trastornado. Su manera
de hacernos imaginar el daño que produjo sobre algunas poblaciones indígenas americanas y sobre el pueblo bolivariano el deseo de dominación, la ambición de
imperio del dogma religioso y del dinero, te pone de golpe en medio de la barbarie; sintiéndola en la piel, calándote hasta comprender
que sólo resistiéndose a ella, allá donde se materialice, puede
devolverles la dignidad a aquellos que sin saberlo abrieron vías para un mundo
más humano, menos malo. ¡Claro que esto es apenas un comentario! ¡Nada comparable
con la experiencia de verla!
12 enero 2011
La posibilidad de salvarnos
Escribo
bastante lejos de las áreas calientes. Nada más fácil cuando, según la
estadística, la vida no corre peligro. Claro que si aplicamos la también fácil “razón”
de que el terror no conoce fronteras, podemos vernos de golpe solidarios “a
distancia” de aquellos que han sido golpeados por las balas o la metralla. ¿Podremos
ir alguna vez más allá de un “simbólico y resignado” ponerse en lugar del otro?
¿Era esto lo que la democracia moderna nos tenía reservado? ¿No consistirá la salvación
de los hombres en evitar que la democracia engulla el dolor de aquellos que no
eligieron sacrificarse? Mi amigo Tomás Valladolid ha defendido la tesis, nada
políticamente correcta, de la presencia en las aulas no sólo de testimonios de las
víctimas, sino de terroristas arrepentidos. Así podríamos evitar entre los
jóvenes el arraigo del terror y de los terroristas como mitos que sólo invoquen
para su destrucción una violencia mayor. Estoy con él.
02 enero 2011
Darse a la invención
Soy
poco creyente. Es decir nada. Verdad es que no me he visto al borde de la
muerte donde al parecer las más firmes creencias suelen tambalearse. Cuentan
que el temor a convertirse en polvo, que debe ser lo más cercano a la nada, empuja
a los moribundos a entonar en esta parte de occidente el “yo pecador”. Pero
estas fechas hablan de natalicios no de entierros. Es inevitable darse a la
invención de que nos nazca un mejor año, semestre, trimestre, semana… no sé,
pierdo las cuentas. Precisamente lo que nunca he conseguido cuadrar porque se
me ha hecho imposible comprender la forma de los sucesos y la velocidad a la
que se precipitan. Los más evidentes, claro, los económicos. ¿Será porque están
hechos de la volátil mezcla de ilusión –poseer todo, incluida la vida eterna- y
pasión: alcanzarlo a cualquier precio, incluida la autodestrucción?
23 diciembre 2010
Frailes por cocineros
¿Quién no ha encontrado alguna vez dentro de sí al mejor creador de fábulas filosóficas, o al más delicado comensal capaz de obsequiarnos con el más inesperado plato? Nada más cercano del ideal socrático del saber –todo lo que debes conocer está dentro de ti-, que adobado en los exclusivos fogones de las iglesias y de los acogedores fuegos de los conventos dio lugar, andando el tiempo, a esa especie del cura-maestro, ejemplo de dogma y disciplina, que no tardó en convertirse en la no menos catártica del maestro-cura, cuando el dogma se secularizó, para acabar dando en la extravagante del maestro-psicólogo que nos imponen las más recientes leyes de educación. ¿Será por esta fantástica historia que los funcionarios de la filosofía han colgado los hábitos de la docencia para dedicarse a la más próspera de los recetarios de cocina? Bienvenidos al siglo.
20 diciembre 2010
En estado de buena esperanza
Tengo
un amigo que dice estar en estado de buena esperanza. ¡No os alarméis!
19 diciembre 2010
¿Qué podemos aprender de nuestros antepasados? (1)
16 diciembre 2010
¿Dónde estás Draper?
Te
necesito. Necesito tu capacidad de inmolarte, aunque sea a la vista de los más
tentadores paraísos, sin que un músculo de tu cara lo exprese.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)