Escribo
bastante lejos de las áreas calientes. Nada más fácil cuando, según la
estadística, la vida no corre peligro. Claro que si aplicamos la también fácil “razón”
de que el terror no conoce fronteras, podemos vernos de golpe solidarios “a
distancia” de aquellos que han sido golpeados por las balas o la metralla. ¿Podremos
ir alguna vez más allá de un “simbólico y resignado” ponerse en lugar del otro?
¿Era esto lo que la democracia moderna nos tenía reservado? ¿No consistirá la salvación
de los hombres en evitar que la democracia engulla el dolor de aquellos que no
eligieron sacrificarse? Mi amigo Tomás Valladolid ha defendido la tesis, nada
políticamente correcta, de la presencia en las aulas no sólo de testimonios de las
víctimas, sino de terroristas arrepentidos. Así podríamos evitar entre los
jóvenes el arraigo del terror y de los terroristas como mitos que sólo invoquen
para su destrucción una violencia mayor. Estoy con él.
Las incisivas y certeras preguntas que martillean en esta entrada confirman, con creces, la naturaleza filosófica de este estupendo blog. Con amistoso y fraternal abrazo. Tomás V.B.
Las incisivas y certeras preguntas que martillean en esta entrada confirman, con creces, la naturaleza filosófica de este estupendo blog.
ResponderEliminarCon amistoso y fraternal abrazo.
Tomás V.B.