08 diciembre 2010

Marnie, devoradora de almas



Los puentes festivos dan para mucho. Estoy convencido de que pese a las estrecheces económicas cada cual ha ensayado algo que no se asemeje al monótono transcurrir de los días laborales. Yo he elegido una novedad de poco coste monetario y elevado valor espiritual: refrescar mi memoria filmográfica buscando películas que me devolvieran el gusto por el cine. Últimamente la acción desmedida parece haber ganado el terreno al cuidado guión en el que una palabra o una frase bien puestas y dichas se atrevan a retar al poder de la imagen. Echo de menos las películas que me descubran personalidades complejas, que no queden recluidas en el formato que les impone el metraje. Mi elección no fue difícil. Esta vez me ayudó la realidad: esa inesperada combinación de belleza y mal, de tristeza y frivolidad, de inmadurez y prudencia, de autodestrucción y amor de lo convencional que te asalta un día cualquiera de tu vida. Y, como si de un acto inconsciente se hubiera tratado, me descubrí en las manos la irrepetible Marnie de Hitchcock, esa devoradora de hombres por el desafecto de una madre y el odio a aquellos que le robaron su infancia. La catarsis de Marnie nos ayuda en la ficción a encontrar un final a su antropofagia. ¿Podrá esta vez superar la ficción a la realidad?    

4 comentarios:

  1. Esta claro que esta reflexion te ha salido de las entrañas en un momento de inspiracion intelecual.....

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  2. que pasa pinche haber cuando te dicen que sales en la tele.

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