Los
puentes festivos dan para mucho. Estoy convencido de que pese a las estrecheces
económicas cada cual ha ensayado algo que no se asemeje al monótono transcurrir
de los días laborales. Yo he elegido una novedad de poco coste monetario y
elevado valor espiritual: refrescar mi memoria filmográfica buscando películas
que me devolvieran el gusto por el cine. Últimamente la acción desmedida parece
haber ganado el terreno al cuidado guión en el que una palabra o una frase bien
puestas y dichas se atrevan a retar al poder de la imagen. Echo de menos las
películas que me descubran personalidades complejas, que no queden recluidas en
el formato que les impone el metraje. Mi elección no fue difícil. Esta vez me
ayudó la realidad: esa inesperada combinación de belleza y mal, de tristeza y
frivolidad, de inmadurez y prudencia, de autodestrucción y amor de lo
convencional que te asalta un día cualquiera de tu vida. Y, como si de un acto
inconsciente se hubiera tratado, me descubrí en las manos la irrepetible Marnie
de Hitchcock, esa devoradora de hombres por el desafecto de una madre y el odio
a aquellos que le robaron su infancia. La catarsis de Marnie nos ayuda en la
ficción a encontrar un final a su antropofagia. ¿Podrá esta vez superar la ficción
a la realidad?
Esta claro que esta reflexion te ha salido de las entrañas en un momento de inspiracion intelecual.....
ResponderEliminarEse estebaan!
ResponderEliminarque pasa pinche haber cuando te dicen que sales en la tele.
ResponderEliminarHey maestrooooooooooo!
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