La civilización expresa la
lucha de los humanos por la apropiación del sentido de la palabra y de la
acción.
A diferencia de los animales, no nos está predeterminado por el medio
natural. Interpretar lo que hacemos y sentimos nos exige interiorizar las
representaciones y conceptos elaborados por la cultura que habitamos. Aunque a
lo largo de la historia hemos ganado poder acercando la fuente de la producción
del sentido –antes estaba entre los ancestros, los héroes, los dioses…hoy está
entre nosotros-, sin embargo no hemos llegado a convertirnos en dueños de
nosotros mismos. El rechazo moderno de la idea de que nuestra identidad sea una
herencia del pasado no nos ha entregado ni el secreto de nuestro ser subjetivo,
ni el de nuestro ser conjunto. La creencia en la autonomía, en la autoproducción
de nuestra identidad, frente a la heteronomía de las sociedades religiosas; la
fe en que lo que somos no está en enterrado en el pasado, sino que nos espera
en el futuro, plantea con crudeza, de manera desgarrada, cómo representar lo
que todavía no es.
A fin de cuentas nuestra identidad no depende de lo que nuestros antepasados marquen en la sociedad, sino en lo que nos conviertan quienes la integran. Aquellos que puedan dominarnos y tengan poder serán capaces de hacer de nosotros unos ciegos creyentes.
ResponderEliminark